La desinfección en perspectiva
Desde hace un año, las medidas de higiene encaminadas a evitar la infección por coronavirus se han implantado a nivel general para evitar la propagación de la pandemia de COVID-19. La desinfección, la higiene de manos, el uso de la mascarilla, la ventilación y desinfección vía aérea, la desinfección de objetos y espacios y otras medidas de higiene encaminadas a evitar contagios, se han convertido en prácticas habituales. Entre ellas, la desinfección ha desempeñado un papel preponderante en la lucha contra el virus SARS-CoV-2.
Mucho antes del descubrimiento de los microorganismos, atribuido a Antonie van Leeuwen-hoek en el siglo XVII, y antes también de que Louis Pasteur desarrollara en 1873 su teoría de que las enfermedades son producidas por microorganismos y que estos se reproducen en las personas enfermas, ya se utilizaban métodos de desinfección. Desinfectar es eliminar una infección en algo o en alguien, destruyendo los gérmenes nocivos y también evitar la posibilidad de que se produzca una infección evitando el desarrollo de los gérmenes. La referencia histórica más antigua se encuentra quizá en La Odisea, donde Homero narra como el héroe, después de matar a sus rivales, ordenaba que se quemara azufre en la casa que habían ocupado (Block 1991). La combustión del azufre genera dióxido de azufre (SO2), que posee propiedades desinfectantes y ha sido utilizado durante siglos, por ejemplo, quemando azufre en el interior de las cubas de vino. En la India, el médico y cirujano indio Susruta (en el siglo IV d.C.) prescribía la quema de azufre en las salas donde se iban a realizar operaciones quirúrgicas (Karasszon 1988). Hoy en día sigue utilizando en industrias alimentarias como conservante y antioxidante (E220) (EFSA ANS Panel 2016).
También en la antigua Grecia y en Roma era habitual introducir monedas de plata en los cántaros de agua, para evitar la presencia de microorganismos. Aunque en la actualidad se sigue utilizando la plata coloidal como desinfectante en agua y en productos de higiene y cosméticos, su uso tiene efectos adversos para la salud (Coutiño 2010) (European Commission 2018).
La desinfección es una herramienta imprescindible para el control de la transmisión de enfermedades infecciosas originadas por todo tipo de microorganismos, y también es de utilidad para evitar el biodeterioro de numerosos productos y objetos. Se utiliza casi con carácter universal en todo tipo de espacios y ambientes, tanto en el ámbito industrial como en el doméstico, institucional y público: en establecimientos de elaboración y manipulación de alimentos, en vehículos, hospitales, quirófanos, hostelería, comercio, etc. Así mismo se desinfectan las manos, el agua y una gran variedad de productos como alimentos, agua, material quirúrgico, etc.
El principio en el que se basa la desinfección es simple: si se eliminan los microorganismos patógenos, se evita la posibilidad de que lleguen a las personas a través del contacto directo con superficies contaminadas o a través de alimentos, agua o aire, o por contacto con otras personas en el que los gérmenes nocivos pueden estar presentes. Por eso han resultado tan útiles en el control de COVID-19 y, al mismo tiempo, como se verá a continuación, han contribuido a minimizar la incidencia de otras enfermedades de origen vírico y bacteriano.
Efectos beneficiosos de las medidas anti-COVID
El primer efecto beneficioso observado de las medidas frente al coronavirus ha sido la escasa incidencia a nivel mundial de la temporada de gripe estacional. Según informaciones facilitadas por el SVGE (2021) y FluNet-WHO, a pesar de la continuidad en la realización de pruebas para la gripe, incluso con frecuencia aumentada en algunos países, la actividad gripal se ha mantenido en niveles más bajos de lo esperado para esta época del año. Tanto en la zona templada del hemisferio norte como en la zona templada del hemisferio sur, la actividad gripal se mantuvo en niveles de intertemporada, aunque en algunos países se hayan notificado detecciones esporádicas de virus, tanto de gripe tipo A como del tipo B. En el Caribe y América Central, en las últimas semanas se incrementó el número de notificaciones de virus de la gripe desde Haití, mientras que, en el sur de Asia, se notificaron detecciones esporádicas en diversos países y en el sudeste asiático no se detectaron virus gripales. A nivel mundial, el virus gripal tipo B supone la mayoría de las escasas detecciones notificadas. En la figura puede observarse a nivel global la enorme diferencia de incidencia de la gripe entre las primeras semanas de 2020 y las primeras semanas de 2021. En España el pico de la epidemia estacional de la gripe se sitúa en la mayoría de las temporadas entre la segunda semana de enero y la segunda de febrero, mientras que este año no ha aparecido.
Figura 1. Circulación global de los virus de la gripe. Origen: Influenza Laboratory Surveillance Information. Global Influenza Surveillance and Response System (GISRS). https://apps.who.int/flumart/Default?ReportNo=10
La baja incidencia de la gripe puede deberse a las medidas de control, higiene y distanciamiento social para el control de la pandemia de COVID-19, aunque existen otros factores que pueden haber contribuido a su disminución, como la disrupción de la atención médica y la capacidad de la realización de pruebas en la Región Europea de la OMS, que afectó negativamente en la notificación de datos epidemiológicos y virológicos al final de la temporada 2019-2020. Sin embargo, tal como han advertido las autoridades sanitarias el virus de la gripe es impredecible y existen antecedentes de circulación muy baja de virus gripales, por ejemplo, en la temporada 2000-2001 (SVGE 2021).
Sin duda, las diferentes medidas de higiene de manos, desinfección y distanciamiento social implementadas por los diferentes gobiernos con objetivo de disminuir la transmisión del coronavirus, que ya han pasado a formar parte de la rutina diaria, han contribuido a reducir la transmisión del virus de la gripe y de otros virus y bacterias. Otro ejemplo bastante claro es la enfermedad infantil bronquiolitis, una infección pulmonar común en bebés y niños menores de dos años, que generalmente es originada por el virus sincicial respiratorio (VSR) y cuya incidencia también ha disminuido de forma notable debido quizá a las medidas de protección frente a COVID implantadas en los colegios. Tal como ha señalado la Dra. María José Mellado, jefa de Servicio de Pediatría y Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario La Paz (Madrid): «Esto nos viene a demostrar que la educación para la salud es imprescindible, nos enseña que la higiene de manos, la separación física, evitar aglomeraciones y el uso de mascarillas para evitar inhalar aerosoles producidos por la tos, los estornudos o simples secreciones son muy eficaces» (iSanidad 2021).
Aunque también se ha reportado un descenso significativo en la incidencia de otras enfermedades infecciosas durante la pandemia de coronavirus, como por ejemplo shigelosis, triquinosis, hepatitis A o fiebre tifoidea y paratifoidea, no se puede asegurar que dicha disminución se relacione con las medidas adoptadas frente al coronavirus. Probablemente, debido al colapso del sistema sanitario que se produjo en muchos momentos de la pandemia, es posible que muchos casos de enfermedades infecciosas no se identificaran y diagnosticaran. Sin embargo, en los casos de gripe, bronquiolitis e incluso el resfriado común, debido a la similitud de sintomatologías con COVID-19, no es probable que se hayan dejado de diagnosticar y registrar.
La desinfección: un hábito higiénico fundamental
La extensión de los hábitos de higiene, tanto a nivel doméstico como institucional e industrial, ha jugado un papel fundamental en el control de la pandemia. La limpieza y desinfección de superficies, la desinfección por vía aérea y el lavado y desinfección de las manos, son prácticas que se han extendido y que deberían seguir formando parte de la práctica diaria. Hemos aprendido que tener mejores hábitos de higiene tienen como resultado que estemos más sanos y evitemos muchas enfermedades infecciosas.
Todo ello adquiere mayor relevancia en las industrias elaboradoras de alimentos y bebidas, ya que deben evitar que sus operarios puedan enfermar y que a su vez puedan transmitir microorganismos patógenos a otros operarios y a los productos que manipulan. La potencialidad de la desinfección y de los hábitos de higiene también abarca a la Sanidad Animal, ya que del mismo modo que ocurre con las personas, pueden evitarse muchas enfermedades en animales destinados al consumo humano mediante buenas prácticas de bioseguridad. En paralelo, también se ha constatado la importancia del uso de la mascarilla en lugares donde existe el riesgo de transmisión de patógenos. Esta práctica, que ya estaba implantada en muchas industrias e instalaciones alimentarias, debería generalizarse a todo en todo el sector.
La humanidad lleva muchos siglos protegiéndose con éxito de las enfermedades mediante la desinfección, especialmente desde que se comenzó a estudiar la microbiología. Sin embargo, todavía no existe una cultura de la desinfección suficientemente arraigada, y tan sólo se ha comenzado a poner en valor en el contexto de una pandemia. Como se ha visto durante el último año, durante la pandemia de COVID-19, es difícil, complejo y costoso combatir a los microorganismos patógenos una vez que han infectado al organismo humano, pero, sin embargo, es bastante sencillo y poco costoso eliminarlos mediante desinfectantes y antisépticos cuando aún no se han introducido en el cuerpo humano, ya que existe una amplia gama de compuestos capaces de eliminar virus, bacterias y otros microorganismos, evitando así su presencia en el ambiente, en las superficies y en la piel e impidiendo así muchas infecciones.
Los programas de formación sobre la higiene en general y sobre la desinfección en particular, deberían priorizarse y extenderse a todos los niveles como un medio simple y accesible de preservar la salud de las personas.
Referencias
- Block S.S. (ed.) (1991). – Disinfection, sterilization, and preservation, 4th Ed. Lea & Febiger, Philadelphia & London, 1,162 pp.
- Coutiño Rodriguez, E. (2010). Plata Coloidal y salud. UniverSalud, Vol. 6, No. 12.
- EFSA ANS Panel (EFSA Panel on Food Additives and Nutrient Sources Added to Food) (2016). Scientific Opinion on the re‐evaluation sulfur dioxide (E 220), sodium sulfite (E 221), sodium bisulfite (E 222), sodium metabisulfite (E 223), potassium metabisulfite (E 224), calcium sulfite (E 226), calcium bisulfite (E 227) and potassium bisulfite (E 228) as food additives. EFSA Journal 2016; 14( 4):4438 151 pp. doi:10.2903/j.efsa.2016.4438
- European Commission Scientific Committee on Consumer Safety SCCS OPINION ON Colloidal Silver (nano) The SCCS adopted this Opinion at its plenary meeting on 24-25 October 2018.
- iSanidad (2021). Ni rastro de bronquiolitis en niños: “De 300 ingresos pediátricos otras temporadas a cero este año”. 10 febrero, 2021. Gema Maldonado.
- Karasszon, D. (1988). – A concise history of veterinary medicine. Akadémiai Kiadó, Budapest, 458 pp.
- SVGE (2021). Informe semanal de Vigilancia de la Gripe y otros virus respiratorios en España Semana 04/2021 (25 – 31 de enero de 2021) Nº 13. 04 de febrero de 2021.